Haciendo una línea de tiempo de las dirigencias sociales podemos mencionar que lejos quedaron los tiempos en que su labor era casi en su totalidad el aportar ayuda social y material, además de contención a las vecinas y vecinos. No habiéndose eliminado del todo dicha tarea, es que hoy, en el año 2018, desafía adquirir conocimientos y gestionar redes que vienen a buscar diversas alternativas de crecimiento, trabajando mancomunadamente en la planificación del desarrollo de nuestras comunidades a largo plazo.
Al existir diversos contextos locales, en cuanto a las realidades y oportunidades que se tienen para una participación social efectiva, podemos observar en el tiempo, ciertas falencias tales como; repetitivos diagnósticos, con planes de intervención a medio ejecutar, basados más bien en las voluntades tanto políticas como profesionales de quienes se encuentra en la instancia de participación.
Cada 4 años, dichas pretensiones de participación somete a las dirigencias y lxs profesionales que trabajan en el desarrollo de las comunidades a un ejercicio retrogrado e innecesario, ya que no se logran instalar las soluciones debido a lo breve de los periodos y la falta de planificación en el tiempo, tanto en los gobiernos locales, regionales y nacionales.
Algunos enfoques internacionales enfatizan que frente a la realidad actual post-movimientos sociales es fundamental y se requieren con premura cambios en las políticas locales en un nuevo escenario de transformación, como reto continuo en la actualización de las intervenciones sociales concretas que estén a la altura de responder, oportunamente, a las demandas, derechos y deberes de las personas. Lo local es el centro porque las desigualdades y falta de inclusión acontecen en contextos locales. Es acá donde las políticas sociales se unen a las ofertas de servicios sociales, que provienen de la institucionalidad ya sea pública o privada.
Para enfrentar estos desafíos, también se debe empoderar y trabajar mancomunadamente con la dirigencia, pero con altura de mira, fortaleciendo sus capacidades en diversos ámbitos; capital social, intelectual y humano en temas atingentes como: diversidad, derechos humanos, enfoque de género, violencias en su amplio espectro, capacidades tecnológicas, entre otras. Poniendo énfasis en la corresponsabilidad de cuanto nos acontece para lograr estar atentos a lo que se nos imponga como necesidad, para dejar de ser una comunidad reactiva frente a hechos que no nos deja tiempos ni reflexión para actuar, ese es el desafío final.
Este mes se celebra a la dirigencia social y es importantísimo trabajar en entregar herramientas, conocimiento y espacios de debate, es por ello positivo destacar las escuelas y talleres que el año recién pasado realizó la Universidad de Aysén en convenio con la D.O.S., División de Organizaciones Sociales de la Secretaria Regional Ministerial de Gobierno, para fortalecer vínculos y conocimiento, y también desde la naciente División de Desarrollo Social y Humano del Gobierno Regional de Aysén, en el marco de la Agenda Descentralizadora.
Sin embargo, estas acciones a lo largo del tiempo se realizan a partir de voluntades políticas y sociales no encontrándose institucionalizadas como parte del desarrollo local y fortalecimiento de su capital humano.