Avanzar en inclusión tiene que ver con ir derribando las barreras que han limitado los espacios y la autonomía en las personas en situación de discapacidad. Hoy en día, gracias a las convenciones internacionales y las leyes chilenas en torno a la discapacidad hemos logrado ir transformando, en parte, aquel antiguo enfoque biomédico que se instaló culturalmente por décadas y que reconocía la discapacidad como una enfermedad o anormalidad, perpetuando la mirada caritativa y de lástima en torno a las personas que presentaban una deficiencia. De esa mirada provenían los términos con lo que nos referíamos a las personas en situación de discapacidad como el enfermito, deficiente, anormal o actualmente los niños especiales (cuando son jóvenes mayores de edad o adultos) entre otros conceptos que hemos escuchado y que hoy son erróneos, perpetuando los estereotipos de desamparo, junto con mantener las barreras culturales que no nos permiten avanzar hacia una sociedad más inclusiva.
Desde el sector público como Servicio Nacional de Discapacidad, Senadis, como desde el mundo privado como es nuestra Universidad, los esfuerzos por este avanzar son variados y van desde garantizar derechos como el acceso a la Educación Superior, en este caso de jóvenes con una discapacidad de tipo intelectual o del desarrollo a nuestro Programa de formación sociolaboral, informar sobre las leyes en materias de inclusión, como el educar a la sociedad en el uso correcto del lenguaje. En este último punto resulta relevante anteponer a la persona por sobre su discapacidad, hablarle según su nombre y apellido, con respeto, como lo hacemos con otras personas a diario. Ocasionalmente cuando tenemos que acompañar procesos de acompañamiento al mundo laboral y como aún sigue siendo nuevo que personas con discapacidad intelectual trabajen, algunos adultos miran con ciertos temores o emplean términos inadecuados al referirse, hablarle, dar una instrucción o sugerencia a nuestros estudiantes o egresados, evidenciándose los vestigios de este paradigma antiguo.
En estos días, donde celebramos la semana de la inclusión, desearía que logremos erradicar por completo esta mirada que limitó por tantos años las posibilidades de participación de las personas en los distintos contextos, contribuyendo de esta forma a crear una realidad diversa, acorde con estos tiempos en la que todos y todas tenemos derecho a un trato digno, respetuoso y sin discriminaciones al momento de relacionarnos entre nosotros.
María Florencia Iriarte
Directora Diploma en Habilidades Laborales
Universidad Andrés Bello
Sede Concepción