Para los sectores económicamente más poderosos, se les hace irresistible “romantizar la pobreza”, juzgar positivamente el esfuerzo de los más “vulnerables”, el mérito y otra cantidad de sinónimos siúticos que no hacen más queesconder la segregación y el decir entre líneas: “Las oportunidades tendrás que ganártelas o simplemente disfrutarlas, dependiendo de la cuna que vengas, porque acceso universal como derecho social no te corresponde”.
Así finalizaba mi columna del mes de enero, titulada “Admisión Injusta”. El tiempo daría la razón y “mágicamente” en la Cámara se votó en contra de este nefasto proyecto de ley presentado por el Ejecutivo. Digo “mágicamente”, porque cada vez es menos certero y mucho menos confiable cuál serála decisión de los parlamentarios que nos “representan” en el poder legislativo.
…la crisis en el sistema educativo está en el magma de esta erupción volcánica. Y mientras no existan acuerdos básicos, serán las niñas, niños y jóvenes los directos perjudicados, por ende, el profesorado, asistentes de la educación, padres y apoderados de nuestro país, debemos dar esta lucha en conjunto”
Fue en la Cámara de Diputados que esta semana se rechazó llevar a cabo la idea de legislar esta iniciativa con 79 votos en contra y 69 a favor, ya que igualmente venía con un informe negativo desde laComisión de Educación y éste sería su primer trámite en la cámara baja.
Como admisión justa, se buscaba segregar a niños y niñas según rendimiento escolar, modificando la ley de subvenciones del Estado a establecimientos educacionales, en cuanto a cómo proceder en la admisión en establecimientos de alta exigencia o de especialización temprana, incluso se reemplazaba una norma la cual permitiría que esos establecimientos pudiesen crear sus propios mecanismos de admisión para el 100% del ingreso de los estudiantes que cumplieran requisitos específicos, determinados por quienes deseaban avanzar con “los mejores”, pero con los recursos de todos.
Podría detenerme en varios puntos aberrantes de este proyecto de ley, tales como aquellos artículos que modificaban la Ley de Inclusión Escolar, donde eliminaba el régimen transitorio de selección de los establecimientos de alta exigencia académica y que permitía a los establecimientos que, gradualmente, iniciaron la disminución de sus procesos de admisión, pudiesen -una vez publicada la ley- acogerse a esta nueva legislación el año de postulación vigente.
Creo que este proyecto de ley “murió” aquel día en el Congreso, ya que lo que nuestra Constitución de 1980 -creada en dictadura y obsoleta, por decir lo menos- dice que si el proyecto de ley es descartado en la Cámara de Diputados, solo se podría volver a ingresar el próximo año, a no ser que el Presidente de la República solicite pasar la propuesta al Senado, donde se volvería abrir el debate.
Ahora, como bien decía mi abuela “el horno no está pa’ bollos” y la crisis en el sistema educativo está en el magma de esta erupción volcánica. Y mientras no existan acuerdos básicos, serán las niñas, niños y jóvenes los directos perjudicados, por ende, el profesorado, asistentes de la educación, padres y apoderados de nuestro país, debemos dar esta lucha en conjunto.
Dicho de otra manera, no podemos seguir repitiendo los patrones arcaicos referentes a educar “mano de obra barata” para la industrialización y el empresariado.
Los tiempos han cambiado, en un presente globalizado donde la creatividad, el emprendimiento, el arte, la innovación van de la mano con la colaboración, la investigación el trabajo en equipo y la complementariedad. Éstas son las claves para el desarrollo humano y social, es más, son la mejor forma de ¡¡¡hacer revolución!!! a este sistema capitalista que nos inculcó la individualidad, la competencia y el exitismo como la única llave que podría abrir las puertas para triunfar en la vida.
Hoy, debemos apuntar en cimentar una base en los aprendizajes socioemocionales, educación inclusiva, desarrollo de la autoestima, fortalecer climas escolares, educar la diversidad, educación no sexista, a ser reflexivos, frente a nuestras emociones.
Los avances en neurociencias han concedido comprender cómo funciona nuestro cerebro y realza el papel que la curiosidad y la emoción tienen en la internalización de los conocimientos. En la actualidad, se ha demostrado científicamente que, ya sea en las aulas o en la vida, no se consigue un conocimiento al grabarlo, ni al repetirlo una y otra vez, sino al sentir, al hacer, experimentar y, sobre todo, emocionarnos. El aprendizaje, la memoria y las emociones están estrechamente relacionados, y re-conocer la multidimensionalidad de la inteligencia, por eso un ambiente de aprendizaje debe encantar a los niños a explorar, pensar y expresar sus ideas, generar pensamiento crítico, es el momento de participar, es el momento de involucrarnos en la educación, desde el prisma en que nos encontremos podemos ser aporte, como alumnos, apoderados, profesionales, técnicos, investigadores, madres, padres… hoy nadie sobra. Como dicen los lienzos: “Los profes marchando también están educando”.