Opinión: 8M- Movimiento Feminista

Por Eva Bahamonde T. @EVAGABRIELABT  Asistente Social de profesión y oficio

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Este 8 de marzo ha sido especial, concientizado, comunitario, callejero, autoconvocado y masivo aquí en Coyhaique y el país. Lejos de las flores, felicitaciones y el mercado vinculado a este día.

 

Nuestras niñas y niños tienen que saber que vivimos bajo un sistema patriarcal que favorece al varón, para que los niños aprendan a ceder sus espacios de poder y las niñas aprendan a apropiarse del espacio que les corresponde por justicia”

 

La lucha de las mujeres tiene variados matices reivindicativos: trabajo, participación política, la violencia machista en todas sus expresiones, re-partición de roles y quehaceres al interior del hogar y la crianza, entre muchos otros, incluyendo la tan reconocida lucha por la tierra, el agua y rescate y protección de las semillas.

Hoy existe un Movimiento Feminista lleno de valentía, de orgullo y esperanza, sensación que venía ya desde las secundarias, que en mayo del año pasado tomaron el Instituto Nacional General José Miguel Carrera “Cuna del Patriarcado Chileno”,  espacio de poder donde solo se desenvuelven hombres y se jactan de haber educado a presidentes, senadores, diputados, empresarios y cuánto hay de líderes para Chile. Con este echo quedó claro que algo andaba mal.

Por otra parte, en la casa se normaliza que somos nosotras quienes debemos llevar adelante el hogar en todas las labores, lo que da sentido al decir que las mujeres tenemos doble o triple jornada laboral y cuando un hombre las realiza le llaman “ayuda”, como si no compartieran el mismo espacio, por eso como lo mencionó una periodista chilena: ¡la revolución feminista debe ser doméstica!

Sin educación feminista es aún más compleja la apuesta a derribar los estereotipos de género que limitan a nuestras niñas y niños para desarrollarse con libertad, debemos dejar de decirles a los niños que “debes ser bien machito para tus cosas”, que “no deben ser llorones como las niñitas”, asumiendo además el llanto como una conducta inferior asignada a las niñas y también tenemos que cambiar el discurso con las niñas, ya no:“compórtate como una señorita”, o “las damitas no hacen eso”, aportando a tener mujeres sumisas, precavidas y complacientes, tenemos que fortalecer en ellas su propio liderazgo, la valentía y el espíritu de lucha para que piensen a lo grande y, por su parte, los niños no tienen por qué ser siempre fuertes, poderosos y valientes, tenemos que darles la oportunidad de poder ser sensibles, respetuosos, empáticos y comunicativos.

Nuestras niñas y niños tienen que saber que vivimos bajo un sistema patriarcal que favorece al varón, para que los niños aprendan a ceder sus espacios de poder y las niñas aprendan a apropiarse del espacio que les corresponde por justicia.

Siguen abusando reiteradamente de nosotras en diversos ámbitos y la denuncia en vez de hacernos sentir seguras, se transforma en un castigo social y, legalmente, en muchos de los casos las condenas son muy bajas o inexistentes, sobre todo existe una deuda de la justicia local con los femicidios en el ámbito de la sanción, pero sobre todo con la investigación. Recordar que existen procesos y peritajes mal abordados, procedimientos negligentes y las instituciones responsables con inversiones importantes no haciendo los procesos que permitan sanción y castigo a los victimarios, lo anterior lleva a la pregunta obligada: ¿será que nuestras instituciones, pese a los recursos económicos no están preparadas para realizar un trabajo prolijo y profesional como lo requieren este tipo de casos? Aun no escuchamos un mea culpa, aun no escuchamos cómo se preparan en temáticas de género y en peritajes modernos que dejen sus arcaicos protocolos investigativos.

La deuda es histórica con nuestra sociedad, con las mujeres y las nuevas generaciones.Hoy el movimiento exige tener educación no sexista, poner fin a los estereotipos que tanto nos fragmentan y dañan, y reforzar que existen mujeres que han aportado al país y al mundo, falta que la historia refleje a esa otra mujer; la investigadora, escritora, atleta, activista, científica, futbolista, política, agricultora, entre tantas otras que hacen grande, matizado y humanizado este mundo, así es… ¡¡La Revolución es Feminista y es ahora!!

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