Cuando se fortalecen y se focalizan las políticas públicas con enfoque de género, se visualizan los avances, es lo que sucede con una de las políticas públicas más significativas en cuanto al avance en las políticas de género, a través de convenio Indap-Prodemu que se lleva a cabo hace ya 28 años en nuestros país, con el cual se intencionó democratizar el acceso a la tierra, al agua y a visibilizar el aporte de la mujer en los sectores rurales, todo lo anterior vinculado de forma estrecha a la soberanía alimentaria, la agroecología, sustentabilidad y biodiversidad de nuestro planeta.
El trabajo que desempeñan las guardadoras de semillas es fundamental, sin semillas no podremos construir soberanía alimentaria, sin semilla no vamos a construir agroecología, estamos en tiempos decisivos, en el conflicto de interés existente entre el capital, transnacionales y los pueblos defensores de la madre tierra…”
Si bien es cierto, este programa nació como una manera de entregar equidad a las mujeres partícipes de dichos beneficios, han sido ellas quienes hoy han confirmado que juntas de forma colaborativa, compartiendo saberes y rescatando los aprendizajes heredados desde y entre ellas, logran no solo sacar adelante sus familias e intereses personales, sino también han mantenido en el tiempo y con grandeza una organización que cuenta solo en la Región de Aysén con más de 200 socias de cordillera a litoral.
Es por ello que la “Asociación Gremial de Mujeres Campesinas de la Patagonia”, hoy en día pueden darnos cátedra de sustentabilidad, de empoderamiento, trabajo en equipo, liderazgo y tantas acciones que han logrado en conjunto con ahínco y esfuerzo, pero por sobre todo convicción y amor a nuestra tierra.
Ellas, hoy en día son una asociación gremial, independiente y autónoma, ellas han sabido ser perfectas representantes de la mujer patagona en diversos encuentros nacionales e internacionales de agroecología, a través de la Mesa Regional de la Mujer Campesina de la Patagonia, así como también las participantes de Anamuri, “Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas”, filial Coyhaique.
Para el capitalismo, tener el control de las semillas al patentarlas, intervenirlas y privatizarlas, es una de sus principales armas y las están utilizando para extinguir a los pueblos rurales. El trabajo que desempeñan las guardadoras de semillas es fundamental, sin semillas no podremos construir soberanía alimentaria, sin semilla no vamos a construir agroecología, estamos en tiempos decisivos, en el conflicto de interés existente entre el capital, transnacionales y los pueblos defensores de la madre tierra, la semilla juega un papel fundamental hoy al ser profundamente política. Quien la controle, tiene la posibilidad de controlar el sistema.
Las curadoras de semillas, aquellas que se han ocupado históricamente de proteger este núcleo primordial de la vida vegetal, no las venden, las intercambian en una suerte de gesto ritual, donde a la vez transmiten los conocimientos sobre cada una de ellas, su protección y perennidad, además de la solidaridad reflejada en el trueque, gesto no solo humano sino profundamente político, al instalar a cada una como una igual en toda su capacidad de reproducir sabiduría a través del proceso de siembra, cosecha y guardado de semillas vinculadas a la historia de cada mujer y sus manos en la tierra.