La convención sobre los DDNN es un convenio de las naciones unidas que abarca todos los derechos que tienen todos los niños y niñas y están contenidos en 54 artículos. Los estados que firman dicha convención, incluido Chile, deben adoptar todas las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de dichos derechos. El estado chileno ha avanzado en algunas materias, sobre todos en los gobiernos de la concertación y nueva mayoría, pero aún queda mucho por hacer. Uno esperaría que todos los gobiernos, independiente del sector político, tomaran medidas adecuadas. Sin embargo, sabemos que hoy hay algunos anuncios, por ejemplo, que van en contra de la convención sobre los derechos de niños, niñas y adolescentes y que están lejos de seguir por la línea de la reforma educativa.
Los derechos se reúnen en 4 categorías: derechos a la supervivencia, al desarrollo, a la protección y a la participación.
Hace tiempo vemos con preocupación, pena y dolor, que niños y niñas están siendo afectados por situaciones que afectan su seguridad y protección. Los últimos hechos relativos a la violación de un niño de 10 años, la ingesta de fármacos por parte de 2 niñas de primer año, los malos tratos que reciben los niñ@s por estar en medio de las discusiones de sus padres, entre otras tantas vulneraciones, solo nos hablan de la incapacidad de los adultos de respetar, cuidar y valorar a la infancia.
También hay otras situaciones, como el proyecto aula segura, que busca castigar a los jóvenes que cometen actos de violencia, ¿quién podría negar que lo que hicieron está mal?, nadie. Pero el foco no es el joven, son los adultos de su entorno quienes deberían haberse responsabilizado por él, antes de que se llegara a estas acciones violentas. Nada se resolverá con medidas de exclusión, solo se castigará al joven.
Los adultos, que conforman la sociedad, somos los responsables de lo que hoy viven y sufren los niños, niñas y adolescentes. Cuando los padres, madres, familiares, educadores, profesores y autoridades, entre otros: no cuidan, no acompañan, no guían, no apoyan, no ponen normas y limites, no están presentes, no conversan, no escuchan, no se conectan, no generan apego, no se involucran y no destinan tiempo, es muy difícil que se pueda aportar a una infancia y adolescencia protegida, segura y querida. Los estamos abandonando, porque creemos que otros deben cumplir con esta tarea, o porque creemos que ya son grandes, dejándolos solos. Hoy los niños, niñas y adolescentes están muy solos.
Invito a revisar la convención de los derechos del niño y adolescentes para entender la relevancia de esta etapa de la vida que va desde los 0 años a los 17, para comprometerse con su aplicación y resguardo desde el lugar donde cada uno esta; con sus hijos, con los niños y jóvenes de su familia, con los vecinos, con los de la comuna, de la región y del país.
También para que conozcan y entiendan los compromisos que el estado chileno ha asumido y podamos exigir que se hagan acciones concretas y permanentes para lograr la garantía de derechos para cada niña, niño y joven.
Hoy es el tiempo de formación de niños, niñas y jóvenes, lo que no se haga ahora marcará el futuro de sus vidas. Hoy debemos guiarlos, cuidarlos, protegerlos y ayudarlos a vivir en bienestar.